Volver
a Escuque. María .Jholanda
Rondón.
“Para Blanca nunca hubo un paisaje tan hermoso como el
que mostraban las matas de café crecidas
en las laderas abruptas de las haciendas, bajo los guamos y los bucares de
troncos rojos, rodeados por la niebla húmeda y constante de los amaneceres
silencios y misteriosos” (2008:58).
Volver a Escuque,
es una narrativa contada por María Jholanda Rondón, en donde invita al lector a
viajar a través del tiempo con su imaginario hacia el Escuque del siglo XIX,
como también a la Alemania de esa misma época.
Es la siembra de
una familia germánica, a una cultura trujillana y como es claro a la
venezolana. Los Kohleman, Perter Franz Margueritte y Karlora. Que frente a la
situación que vive Europa, por los años de 1820 aproximadamente deciden emigrar
hacia a América específicamente a Chille.
Con ello traen
toda una formación de trabajo artesanal, en la textilería, elaboración de
alimentos, cerveza, la dulcería, carpintería. Sólo lo que conocen del
continente era una conferencia que presenciaron de Humboldt. El recorrido desde
las costas alemanas, las españolas, las portuguesas, atravesando el atlántico,
pero avanzado el viaje. Un naufragio los hizo que se detuvieran transitoriamente en la Isla de Trinidad y
Tobago.
Ya establecida en
Venezuela la casa de comercialización Boulton en La Guaira, la saber de este
accidente se interesó por los pasajeros, ya que su mayoría era europeos, una
garantía de buena de obra mano. Los contacto trayéndose solo a la familia Kohleman, que la ubicó en el Puerto de Maracaibo,
fundando una sucursal en el occidente del país.
Establecidos aquí,
en traducción pasaron a hacer la familia Colménter sus integrantes: Pedro,
Francisco, Margarita, Carlota. Desde Maracaibo, en busca de buenos productos,
sobre todo del café se dejaron venir por la ruta del Puerto de La Ceiba, luego
tierra firme, Sabana Grande Betijoque, Isnotú, y Escuque en donde abundaba el
buen café arábigo el de la sombra, el paisaje, sus quebradas era para ellos el
edén y la tierra prometida.
Al poco tiempo se
vieron desde Maracaibo, se radicaron en la tierra mágica de Escuque, vinieron a
compartir sus vidas, sus costumbres, con la fantasía realidad de la
trujillanidad escuqueña. Con ello sus mitos, el Hachero, la Sayona, la Llorona.
Pero siempre con la protección del Santo
Niño de Escuque, ya que con él y Dios nadie
puede.
De esta familia,
muchas son las generación hasta nuestros días, de ahí salieron muchos
personajes, uno destacado en el hábito de la educación maestro de escuela hasta
llegar a ser ministro recientemente muerto Antonio Luís Cárdenas Colménter.
Bibliografía.
RONDÓN, María
Jholanda. Volver a Escuque. Producciones Karol. Mérida. 2008.